miércoles, 27 de noviembre de 2013

Pequeño dinosaurio

                                                   PEQUEÑO DINOSAURIO

  Cuando despertó el dinosaurio todavía seguida allí, inmóvil, frío, con sus ojitos saltones y su patita desgarrada, por la cual iba perdiendo, poco a poco, su blanco y espumoso relleno.
  Frunció el ceño, y su redonda y pecosa se contrajo, resaltando su pequeña nariz respingona. Cogió su peluche y volvió a meterse en la cama, aunque se levantó inmediatamente al darse cuenta de que no había ni hadas, ni duendes, ¿dónde estaban?, se dijo, ¿lo habría soñado todo?
  Miró a su pequeño dinosaurio, que permanecía inmóvil, y decidió hacer una pequeña excursión a la despensa, porque, a lo mejor, sus diminutos y mágicos amigos estaban allí.
  Bajó silenciosamente las escaleras, con el dinosaurio sujeto fuertemente contra su pecho y se dirigió a la despensa. En ella reinaba un silencio sepulcral, y la única luz que había era la que entraba por un pequeño ventanuco. Miró por toda la despensa, aunque no encontró nada, y cuando iba ya a marcharse vio una pequeña lucecita parpadeando en el ventanuco. Se acercó, con el corazón palpitante, y miró por este. Por él pudo ver una gran multitud de lucecitas danzando y bailando afuera.
Rápidamente se encaminó sigilosamente a la puerta principal y salió al exterior. Allí hacía frío, aunque no le importó, y se acercó, nerviosamente, a las diminutas lucecitas, que la envolvieron, jugueteando con los pliegues de su camisón y alborotando su pelo. Su dinosaurio también danzaba y volaba a su alrededor, rodeado de pequeñas lucecitas.
  Entre risas y bromas, la pequeña niña de carita redonda y pecosa, con la nariz respingona  y cabellos oscuros, cayó profundamente dormida.
  Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí, aunque no se encontraba en el mismo sito que cuando se había despertado por primera vez.
 
                                                              FIN

Esta historia esta inspirada en el cuento mas corto de mas historia de la narrativa,
 " Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí ", Augusto Monterroso.

Espero que os haya gustado,
Clara

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